domingo, 11 de diciembre de 2011
Asomarse y reposar.
La esencia de nuestra verdadera estatura no permite objetivarse.
Uno, de forma íntima y honesta, se asoma y reposa en esa innegable sensación de presencia, eso que sentimos como "yo", y facilita la apertura de las puertas a nuestra innata intuición: una insondable evidencia de ser, que es todo y al mismo tiempo está libre de todo. Observar con profundidad, apreciar con intensidad esta cotidiana consciencia de ser, siempre presente, quedarse simplemente ahí, valorando su verdadera dimensión y vivir desde esa convicción observando a la vida desplegarse. Todo lo demás son adornos.