lunes, 14 de mayo de 2012
¿Oyes los perros que ladran?.
En un instante escuchas el ladrido de un perro. Antes de etiquetarlo, de juzgarlo, has reconocido el ladrido sin esfuerzo alguno. Antes de la etiqueta conceptual "un perro ladrando", el sonido ha sido reconocido por la Consciencia desnuda. Por eso se denomina "desnuda" o "pura". Es consciencia sin objetos. Clara, fresca, llena de vida, siempre presente. Como un espejo que refleja la experiencia exactamente como es en cada instante. No hay juicios como "agradable/desagradable", "buena/mala". Es pura presencia ecuánime, imparcial. Es como es. Amplia, completa, insondable. Consciencia que observa y sabe. Es nuestro constante trasfondo, es lo que realmente somos. Nada queda fuera de ella.
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"Era una noche espléndida. El cielo azul oscuro estaba despejado y refulgían las estrellas. El sonido de su soledad se realzaba con el lejano ladrido de un perro del monasterio, más abajo.
Patrul Rimpoché estaba tendido en el suelo, realizando una práctica especial de Dzogchen. Sin levantarse, llamó a Nyoshul Lungtok a su lado y le preguntó:
—¿Has dicho que no conoces la esencia de la mente? Nyoshul Lungtok dedujo por su voz que se trataba de una ocasión especial y asintió con expectación.
—En realidad, no tiene nada especial —dijo Patrul Rimpoché en tono despreocupado, y añadió—: Hijo mío, ven y échate aquí como tu anciano padre. Nyoshul Lungtok se tumbó junto a él.
—¿Ves las estrellas allí en el cielo? —le preguntó entonces Patrul Rimpoché.
-Sí.
—¿Oyes los perros que ladran en el monasterio Dzogchen?
-Sí.
—¿Oyes lo que te estoy diciendo?
-Sí.
—Bueno, la naturaleza de Dzogchen es esto: sencillamente esto."
Sogyal Rimpoché, ( "El libro tibetano de la vida y de la muerte").